“PORQUE NO TENEMOS NADA LO QUEREMOS TODO” (El poder de los sueños…y de la ejecución, a propósito del rugby y del hockey césped)

El deporte nos entrega muchas lecciones respecto de cómo generar equipos de alto rendimiento. A comienzos de los años 60, en medio de la debacle que representó en nuestro país el más devastador terremoto de la historia, un grupo de dirigentes empujaron el sueño de organizar en Chile el más importante evento deportivo del planeta: el Campeonato Mundial de Fútbol. Y no sólo se organizó, sino que la selección chilena consiguió el mayor logro de su historia, con un impensado tercer lugar. Y la frase que acuñaron en esa oportunidad, para justificar su afán y convencer a todos de que era posible es la que encabeza este artículo.

Adidas tomó este mismo concepto, basándose en una frase de Muhammad Alí:“Impossible is Nothing” (“Nada es Imposible”).

En el rugby, Chile hasta hace sólo 4 años atrás tenía un rol secundario, debiendo conformarse con disputar con Uruguay el segundo lugar dentro de Sudamérica, y siempre perdiendo en las clasificatorias a los mundiales. La última experiencia de un partido contra Estados Unidos (sí, el mismo rival de estas clasificatorias) había arrojado una derrota por ¡71 – 8! Y ahora, luego de perder estrecha y agónicamente en el partido como local en Santiago, fue a Denver, Colorado, ubicado en una altura de 1.609 metros, pasando en una semana del crudo invierno al tórrido verano, y le ganó al equipo norteamericano en los últimos instantes del partido. Su clasificación al Mundial, entre los 20 mejores del orbe, sorprendió a todos los especialistas del rugby…y me atrevo a decir que a todos nosotros.

Salvo a los protagonistas de la hazaña.

En el hockey césped femenino pasó algo parecido: por primera vez en su historia, Chile logró clasificar a un campeonato mundial de la categoría, también derrotando en estrecho partido a Estados Unidos. Y en su primera experiencia mundialista logró el décimotercer lugar, luego de un sufrido triunfo sobre Sudáfrica, selección mucho más habituada a participar en este tipo de torneos. Nuevamente, grata sorpresa para todos nosotros.

Salvo para las protagonistas de la hazaña.

¿Qué llevó a estos resultados históricos en un deporte colectivo en Chile? ¿Y qué lecciones se pueden sacar para la generación de equipos de alto rendimiento en las organizaciones en general?

Aventuramos algunos factores, más allá del talento deportivo, que claramente deben estar presente:

1. Una misión convocante – “quien tiene claro un para qué, soporta cualquier cómo”, decía Víctor Frankl en su famoso libro “El Hombre en Busca de Sentido”. Y a la gente le gustan las epopeyas, las sagas. Claramente, ambas lo eran.

2. Un líder visionario, carismático y empoderador – en ambos casos, como ocurrió con la “Generación Dorada” en el fútbol, un entrenador extranjero, que no estaba atado por los paradigmas y las creencias limitantes de la historia pasada, que ya tenía experiencia en torneos de envergadura mundial, no sólo les mostró una visión de un futuro atractivo, sino que, más importante que lo anterior, creyó en su equipo, llevó a sus integrantes a creer en sí mismos y – sobre todo – les enseñó a valorar el esfuerzo.

3. Humildad ante todo – basada en el reconocimiento de la propia vulnerabilidad, aceptando que existen espacios (más o menos amplios, según sea el caso) para aprender y crecer, tanto en lo técnico y táctico, como en lo personal. Ese mismo deseo de aprender (en realidad de aprehender o capturar) lo desconocido resulta vital para construir una relación de excelencia con tu mentor o líder.

4. El valor de la disciplina – “without pain there is no gain” (sin dolor no hay ganancia) indica un dicho muy popular en el mundo anglosajón del deporte. Ciertamente que la creatividad y la flexibilidad son importantes, pero también lo es tener reglas claras del juego, las cuales respetar y cumplir. Cuando uno quiere bajar de peso, no existen los atajos, se debe ser metódico y riguroso con el cumplimiento de ciertos hábitos. En el alto rendimiento, esto es fundamental, y más aún cuando se requiere coordinar y sincronizar los esfuerzos de un equipo.

5. Pasión por lo que se hace – todos estos deportistas, qué duda cabe, están apasionados por el deporte que escogieron practicar. ¿De qué otra manera se explicaría que no siendo profesionales (salvo un puñado de ellas y ellos) estén dispuestos a levantarse en la madrugada para ir a entrenar, por ejemplo? En las organizaciones uno debe buscar a aquellas personas apasionadas por lo que hacen, o – en su defecto – insuflar a los equipos con esa pasión por el trabajo bien hecho y los logros que ello produce.

Sin ninguna duda existen más factores que podríamos considerar para explicar estos tremendos logros.

¿Se te ocurre alguno?
Cuéntanos. Nos encantaría leerte.

Y si quieres que te apoyemos en el desarrollo de equipos de alto rendimiento en tu organización, contáctanos.