Lecciones de liderazgo que deja Semana Santa: como es adentro es afuera – propósito y servicio como anclas de un líder que deja huella

Durante mucho tiempo las organizaciones han funcionado con una estructura jerárquica vertical, lo que ha definido y potenciado el concepto de liderazgo como una herramienta de poder y control sobre los demás. Sin embargo, tanto por el cambio generacional que ha implicado la llegada de los Millennials a la fuerza laboral, como por la toma de conciencia de los efectos en las personas, la sociedad y el planeta del antiguo paradigma de gestión, está empezando progresivamente a adoptarse una mirada más horizontal de lo que implica liderar.

En este enfoque, existen menos niveles de dirección y la toma de decisiones se realiza en equipo, reconociendo el aporte e incorporando a los colaboradores dentro de una responsabilidad como equipo.

Un segundo elemento, y tal vez incluso más central, de esta nueva forma de liderar, es que se pasa de un foco en la figura del líder a uno centrado en el proceso de liderazgo. Se entiende que cualquier persona puede ejercer el rol de liderazgo, si es quien tiene las mejores condiciones para esa función en una situación determinada. El liderazgo, entonces, deja de ser una función asociada de manera rígida a estar ocupando un cargo, sino que se “horizontaliza”, en función de las necesidades y capacidades exigidas por el desafío específico.

Para poder generar este nuevo enfoque, quienes están actualmente en posiciones que implican liderazgo, en especial gerencias y jefaturas, necesitan hacer algo que para ninguno de nosotros es fácil: cambiar.

Un requisito clave para propiciar este cambio es que como personas seamos capaces de reconocer nuestra vulnerabilidad (un líder no necesita ser un superhéroe) y conectar con el propósito central de un buen líder.

Como estamos ad portas de Semana Santa, queremos rescatar algunas enseñanzas que esta fecha nos puede entregar.

Si bien Semana Santa es una festividad religiosa, que no todos celebran, también es cierto que – sin necesidad de entrar en una discusión de esta índole – podemos rescatar varias características de liderazgo que estaban presentes en Jesucristo y que podemos extrapolar a las organizaciones actuales.

Queremos invitarlos a reflexionar sobre la importancia del “ser interior” como motor para el desarrollo personal y de quienes nos rodean.

Antes que líderes y ocupantes de un rol en una organización, incluso antes de ejercer otra serie de roles (padre/madre, hijo/hija, vecino/vecina, estudiante, y un largo etcétera) somos seres humanos. Hay algo esencial en nosotros, que conecta todos los roles y que le da sentido a nuestra existencia.

En tal sentido, la primera invitación de observar Semana Santa es a sintonizar con su ser interior, y conectar con una esencia que va más allá de los logros externos y las apariencias superficiales. Esto se traduce en un llamado a enfocarnos en el crecimiento interior, en convertirnos en mejores profesionales, a partir de ser mejores seres humanos.

No importa a cuál tradición religiosa, espiritual o filosófica se adscriban, todas comparten que “COMO ES ADENTRO ES AFUERA”. Cuando uno es auténtico, esto es, coherente consigo mismo, genera credibilidad y compromiso.

Una segunda lección de Semana Santa es que el liderazgo no es para servirse, sino para servir. Grandes líderes de la Historia (y alguien que más de 2.000 años después tiene más de 1.000.000.000 de seguidores claramente lo es) no lo han sido por mera obediencia a un rol (de hecho, el rol de Jesús como maestro fue fuertemente cuestionado en su época por la mayoría de la sociedad en que vivía), o por un “programa de gobierno”, ni por el cumplimiento de indicadores o resultados, sino que porque tenían un propósito con el cual la gente se identifica.

Un buen ejercicio de liderazgo pone el propósito siempre por delante, se lo muestra y recuerda permanentemente al equipo y mantiene un comportamiento coherente con ello.

Un tercer aprendizaje tiene que ver con cómo se ejerce el liderazgo. El liderazgo no es para servirse, sino para servir. El servicio que un buen líder ejecuta es crear las condiciones para que el equipo puede crecer y “desplegar sus alas” (en el mundo de los deportes de alta competencia abundan los ejemplos). En otras palabras, un líder positivo está al servicio de los otros y los motiva a desarrollarse profesionalmente para alcanzar nuevas metas, que son compartidas.

La expresión máxima de Semana Santa respecto del punto anterior es que “Jesús muere en la cruz para nuestra salvación”, como se expresa en la tradición cristiana. Sin necesidad de llegar a esos extremos, en el ejercicio diario de liderazgo, vale el principio de ponerse al servicio de los demás, pero en el marco de un propósito superior (no hay que caer ni en el servilismo ni el clientelismo).

Para lograr ponerse al servicio del equipo y el propósito es fundamental conocer bien a las personas, respetando su individualidad y su diversidad (los apóstoles claramente no eran iguales entre sí). Y a partir de ese conocimiento, ser capaces de “allanar el camino”.

Esto pasa por 4 cosas:

  1. Fomentar el autoconocimiento y la motivación por el desarrollo personal de cada uno de los colaboradores y del equipo como tal,
  2. Apoyar el desarrollo de conocimientos, habilidades y comportamientos / hábitos que les permitan crecer hacia su máximo potencial y mayor realización,
  3. Gestionar las emociones, tanto al momento de ejercer el liderazgo (sobre todo cuando se deben tomar decisiones) como de ser parte del equipo, y
  4. Contribuir a crear entornos – físicos, pero sobre todo sicosociales – que permitan que las personas se puedan sentir felices en lo que están haciendo, dónde lo están haciendo y con quién lo están haciendo.

En Acorde Valor creemos que este camino interior nos guía hacia una transformación genuina, donde el éxito se mide no solo por lo que logramos, sino por quiénes nos convertimos nosotros y en quiénes se convierten nuestros colaboradores en el proceso.

Al adoptar una mirada más integral y humana de liderazgo y cultivar relaciones sólidas con sus equipos, los líderes pueden inspirar y motivar a sus colaboradores, creando un entorno donde todos puedan prosperar y alcanzar su máximo potencial.

¿Quieres crecer como persona y como líder? ¿Quieres transmitir coherencia en el accionar tuyo y de tus equipos? ¿Quieres contribuir al desarrollo de las personas y de los equipos? ¿Estás de acuerdo en que lo anterior contribuirá potentemente al logro del propósito de tu organización, y por ende a tus resultados?  ¿Quieres atraer nuevos talentos a tu organización?

¡Escríbenos y Conversemos!