Día Internacional de la Paz: “La Paz Empieza por Casa”

El 21 de Septiembre se ha consagrado como el Día Internacional de la Paz, como una manera de generar la necesaria reflexión, pero también el cambio de comportamiento, que permitan vivir una experiencia de auténtica paz.

“Como es adentro es afuera”, dice un aforismo oriental. Esto implica que lograr paz va más allá de lograr que se detengan los conflictos bélicos actualmente en curso, siendo el más mediático (pero lamentablemente no el único) el de Rusia con Ucrania. O que se terminen los actos violentistas en el Sur de Chile, para venirnos a nuestra vecindad.

Para generar auténtica paz debemos cambiar la manera en que nos relacionamos unos con otros.

¿Qué implica relacionarse desde la paz?

Implica reconocer al otro, a la otra, como una persona con los mismos derechos y deberes que uno. Implica aceptar que sus diferencias de pensamiento, de forma de expresar sus emociones, de actuar y de tomar decisiones son legítimas desde su historia personal, que no necesariamente es la nuestra. Esto supone no sólo respeto y tolerancia, sino que mirarse como iguales en cuanto seres humanos.

Implica, al mismo tiempo, entender que el mundo no se debe sólo a nosotros, que nosotros no somos el centro de todo, sino que es una creación colectiva, donde nadie sobra. Esto es, que mis derechos terminan donde empiezan los de los demás (y viceversa); que también tenemos deberes para con los demás. En este ámbito, la empatía y la solidaridad son factores clave para construir esa comprensión.

En tercer lugar, implica – sobre todo si estamos ejerciendo roles de liderazgo – propiciar un visión compartida, que permita a todos ponerse detrás de ella. Como decía el gran Humberto Maturana, es querer construir comunidad con los demás. Y eso se logra cuando existe esa visión común a todos y todas. No es correcto suponer ni que todas las personas tienen la misma visión que la mía, ni que la mía es superior a la de los demás. ¿Cuántas guerras no se han peleado en nombre de visiones excluyentes?

Siempre tendremos matices o – para decirlo en términos musicales – “variaciones sobre un mismo tema”. Podremos discrepar en la forma, pero no en el fondo. Llegar a esa visión compartida requiere diálogo, y el diálogo requiere escucha. Escucha auténtica se produce cuando más que rebatir y tener razón, busco entender lo diferente, verle valor e incorporar todo lo que pueda ser constructivo. Y eso supone dejar los egos de lado.

Y, por último, implica mirarse a sí mismo y aprender a estar consigo mismo. Si yo no estoy en paz conmigo mismo, difícilmente lo estaré “con el mundo”. Ese es el sentido del título de esta reflexión. Todo lo anteriormente dicho aplica primero que nada a cada uno de nosotros. Es clave preocuparse de uno mismo antes que nada, con mucha humildad y aceptación y cariño, sin juzgarse duramente.

Y si estoy en una posición de liderazgo, este ejercicio es aún más importante, porque tengo una posición de influencia que puede afectar a muchas otras personas si no lo hago bien.

Como se pueden haber dado cuenta, estamos hablando de las relaciones con nosotros mismos y cómo llevamos nuestras vidas, de las relaciones en el hogar y cómo ellas trascienden hacia el ámbito laboral, de las relaciones en el trabajo y cómo ellas trascienden hacia el hogar, de las relaciones en nuestras comunidades, y finalmente, de las relaciones en nuestra sociedad.

Sin duda que hay un desafío importante para cada uno de nosotros como constructores de paz en cada uno de estos planos. Herramientas como el coaching, el mindfulness, el yoga, la meditación, la vida sana y equilibrada, la felicidad organizacional (gracias Ignacio Fernández por ser de los primeros en atreverse a plantearlo como una necesidad de negocio), entre varias otras, están disponibles para avanzar en esta línea.

En Acorde Valor estamos a tu disposición para apoyarte con todas ellas.

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