¿Cambio? ¡Qué Susto! (Un tip para que te vaya bien con ese cambio)

Estamos en una época de grandes cambios, y es necesario adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas generaciones y a la “nueva realidad”. Esto genera mucha incertidumbre en todos. Sin embargo, por mucho miedo o reacciones adversas que genere, el cambio es necesario, más aún inevitable.

Esto, que es evidente a nivel global, a nivel regional y a nivel del país, también se hace presente en las organizaciones. El tema, sin embargo, es que las organizaciones no cambian, pero tampoco se resisten al cambio.

¿Cómo? ¿Qué estamos diciendo?
No, no estamos siendo pesimistas. Lo que pasa es que las personas son las que resisten o que cambian. El cambio en las organizaciones es una consecuencia del cambio individual y colectivo de las personas.

¿Cuántas veces no hemos visto grandes planes de cambio, muy bien diseñados, y que incluso generaron grandes esperanzas, terminar en una gran frustración, sin “mover la aguja” ni un milímetro? Es simplemente por lo que tan claramente se grafica en el dibujo que acompaña este post: todos podemos estar de acuerdo en la necesidad del cambio…de los demás o del “sistema”, mas no del propio, personal. Y sin embargo, lo primero no ocurrirá sin lo segundo.

Como dijo Gandhi, “sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

Una vez que se entiende que no es que “el jefe tiene que cambiar”, o que “los procesos deben cambiar”, o que “las condiciones tienen que cambiar”. Muy probablemente lo anterior en determinadas circunstancias también sea cierto, pero ello no oculta el hecho que yo también debo revisar mis resultados, o mi forma de relacionarme con otros, o mis comportamientos, o mis prioridades y decisiones, o mis pensamientos, o mis emociones.

Cuando yo soy capaz de ver en mí las fuentes de resistencia a mis cambios, puedo también ser empático con los demás y dejar de juzgar. Y al dejar de juzgar, empiezo a escuchar al otro y encontrar los caminos para hacer realidad ese cambio.

El líder de una organización (la “cabeza”) también tiene un corazón, también, tal como a ti, hay cosas del cambio que le asustan y por ello se resiste. ¡No lo juzgues! Ayúdalo. Y si resulta que tú eres ese líder, ten claro que en ese rol te han subido a un escenario, cual actor de una obra de teatro, y están observando no lo que dices, sino lo que haces. Pero – sobre todo – cómo los estás haciendo sentir (gracias, Maya Rudolph por recordarnos esto). Y eso lo sabrás hacer mejor si te conectas con tus propias emociones.
Una vez que se tiene claro esto es cuando realmente podemos empezar a generar las condiciones adecuadas para lograr la transformación que se desea.

En un próximo post hablaremos no de cómo “gestionar” el cambio, sino de cómo ENCANTAR Y COMPROMETER con el cambio.

Mientras tanto, queremos leer lo que tú piensas de este tema, tan relevante en estos tiempos que estamos viviendo (y no estamos hablando sólo de Chile).ambioorganizacional