
La palabra “coaching” se ha ido popularizando en el último tiempo. Sin embargo, no todo a lo que se llama coaching realmente lo es. Y estos equívocos pueden conducir a confusión y a esperar cosas del coaching que no puede, ni debe brindar.
¿QUÉ NO ES COACHING?
Vayamos despejando la paja del trigo, como dice el dicho.
Coaching no es una terapia sicológica.

La terapia sicológica se hace cargo de ayudar a la persona a resolver trancas, sicopatías, dilemas o similares, típicamente originadas a una temprana edad por algún trauma no bien resuelto (a veces “barrido bajo la alfombra”) y que están afectando algún aspecto de la vida actual de la persona. Su foco en ese sentido es resolver aspectos del pasado para sanar el presente.
El coaching, si bien puede indagar en aspectos del pasado para entender el presente, tiene como foco en ayudar a la persona a lograr objetivos o sueños, que por definición están en el futuro. Trabaja con gente normal, para ayudarla a lograr comportamientos que hoy percibe como extra-ordinarios.
Coaching no es una actividad de capacitación (curso o taller).
En una actividad tipo curso o taller, el facilitador o relator tiene el conocimiento y busca transferirlo a través de algún tipo de metodología a los “aprendices”, y en base a un programa previamente definido.
En el coaching, las acciones son acordadas entre el coach y el coachee, en función de lo que en ese momento el segundo percibe como necesario para su proceso de aprendizaje. El coach puede guiar o recomendar, pero la decisión es siempre del coachee.
Coaching no es lo que se ve en programas como “The Voice”.

Lo que se ve en ese tipo de programas es más bien una mentoría. En una mentoría, una persona con más experiencia específica en un tipo de rol o tarea (en este programa: como cantante profesional), le va traspasando su conocimiento y va entrenando en determinadas habilidades (vocales, escénicas) a otras personas que están en etapas más incipientes de su desarrollo profesional o del oficio.
Este traspaso es personalizado, adecuándose a las características del mentee (persona que recibe la mentoría) y de la situación de la mentoría, lo que lo diferencia de un curso o taller.
En el coaching, el coach no necesita ser experto en el ámbito laboral o profesional del coachee. Debe ser un especialista en las metodologías que permitirán ir impulsando el aprendizaje del coachee. Debe ser capaz de hacer las preguntas adecuadas y escuchar atentamente las respuestas y “mostrárselas” al coachee. Debe ser capaz de identificar cuáles son los recursos con que cuenta el coachee y hacérselos ver. Debe motivar permanentemente al coachee en su proceso.
¿QUÉ SÍ ES COACHING?
Se entiende por “coaching” el proceso personalizado de aprendizaje de una persona (coachee), en el que es acompañada y guiada por otra (coach).
El aprendizaje se entiende completado cuando la persona es capaz de hacer algo de una manera diferente, o de hacer algo nuevo, de manera consistente y sostenida, logrando a partir de eso cumplir de mejor manera sus objetivos, expectativas o sueños.
El(la) coach apoya, primero, ayudando a la persona justamente a definir con claridad sus objetivos, ya sea en la vida, frente a una situación, en una relación, en un trabajo o emprendimiento, o en algún aspecto que desea mejorar.
Una vez que esto está claro (y muchas veces esto es lo más difícil), el proceso de coaching se centra en que la persona descubre los recursos que ya posee y que puede fortalecer o potenciar, a la vez que toma consciencia respecto de aquello que la frena o impide avanzar.
Con este conocimiento, la persona es guiada a descubrir las opciones que tiene (siempre hay más de una) para – con sus recursos, más lo que puede adquirir – cumplir sus objetivos, incluyendo también las redes de apoyo con que podría contar.
Y, finalmente, se le motiva a ir tomando acción, un paso a la vez.
La duración de este proceso es variable, dependiendo fundamentalmente de la dedicación que la persona realmente le destine a su aprendizaje, y cuán dispuesta esté a hacer los cambios que ello involucra. Si no hay impedimentos u obstáculos mayores, un buen proceso podría completarse en un máximo de 8 sesiones semanales.
Tal como cuando uno va al gimnasio para mejorar la condición física, el proceso requiere salir de su zona de comodidad, y eso al comienzo puede ser complejo. El resultado, sin embargo, cuando se persiste con entusiasmo, hace que valga la pena.
En el ámbito laboral u organizacional, esos resultados pueden tener que ver con desarrollo profesional y de carrera, mejorar resultados mejorando el clima laboral, potenciar la toma de decisiones, equipos más afiatados y comprometidos, liderazgos empoderadores, satisfacción por la experiencia laboral que se está viviendo, entre otros. ¿Alguno de ustedes querría tener alguno de estos resultados?
¡Conversemos!
Escríbenos a jgomez@acordevalor.com o al Whatsapp: +56 9 9128 0200.