Sucesión en empresas familiares: ¿Cómo lograr su trascendencia en el tiempo?

En Chile, la gran mayoría de las empresas son familiares, esto es, que son gestionadas por una o más familias. Muchas surgieron por necesidad de sustento para las familias, ya sea porque corresponden a inmigrantes que llegaron a Chile en búsqueda de iniciar una nueva vida, o bien porque – enfrentadas a duras condiciones económicas – fue la única alternativa que tuvieron. No pocas las hay también como una decisión de uno de los integrantes de la familia, que quería hacer una contribución a la comunidad en que vivía, y que posteriormente su descendencia quiso prolongar y hacer crecer.

Un sello que caracteriza al emprendimiento familiar exitoso justamente radica, más allá de sus resultados económicos y comerciales, en su capacidad de permanecer en el tiempo y trascender el legado del fundador o fundadora.

Según el estudio”Radiografía de la Empresa Familiar en Chile”, que fue elaborado por la Asociación de Empresas Familiares (AEF), en conjunto con la consultora Forecast, a Enero de 2019, en Chile había 157.292 empresas familiares (principalmente PYMEs), las que es probable que hayan aumentado fruto de los efectos de la pandemia.

Sin embargo, a pesar del peso económico que representan, el 85% de las empresas familiares no logran pasar a la tercera generación, tanto a nivel nacional como internacional. Una de las principales razones es la diferencia de opinión entre los miembros, que muchas veces conlleva conflictos familiares (comunes en estas estructuras) y además, la dificultad de interesar a las nuevas generaciones en el negocio.

¿Cómo entonces lograr la proyección en el tiempo de la empresa familiar?

Según los expertos, las reglas en un plan de sucesión familiar suelen replicarse sin importar el rubro de la empresa y estas se definen desde cinco perspectivas, aunque no todas se tomen en cuenta. “Lo común en las empresas chilenas es preparar la sucesión de la propiedad. Dejan en segundo plano o no consideran la sucesión del liderazgo, lo que es un riesgo para la continuidad del negocio y genera tensiones en la familia que pueden dañar las relaciones”, señala Gonzalo Jiménez, de la Universidad del Desarrollo.

Algunas recomendaciones iniciales, basadas en nuestra experiencia con múltiples empresas familiares, incluyen los siguientes pasos:

1. “Separar los bolsillos” – Si bien la empresa nació, entre otras cosas, como una manera de generar ingresos para el sustento y la proyección familiar, es necesario entender que los ingresos del negocio son del negocio. Si se le quiere dar proyección en el tiempo, se debe cuidar su flujo de caja y su capital de trabajo. Lo que se debería hacer es establecer un pago (mensual si fuera necesario en una primera etapa) a los dueños, como parte de los gastos de la empresa (ojo, no lo estamos planteando desde la perspectiva tributaria, antes que nos reten!!)

2. Nunca perder de vista el “PARA QUÉ” – como plantea Simon Sinek, lo esencial en toda organización, lo que le da su sello distintivo y guía su crecimiento futuro, es su PROPÓSITO, que define su misión y su visión, apalancado en los valores como empresa. Este ha de constituir su criterio principal para tomar decisiones en momentos complejos, cuando enfrenten encrucijadas o dilemas.

3. Fortalecer el gobierno corporativo – en línea con lo anterior, es fundamental profesionalizar la gestión, incorporando herramientas, tales como planificación estratégica, sistemas de control de gestión, gestión de los riesgos, formalización de procesos críticos de negocio, y gestión del desempeño. Esto permitirá que se dependa menos de quién tome las decisiones y haga las cosas. Si hay miembros de la familia preparados para este tipo de gestión, sensacional; y si no los hay, pero se ocupan estas herramientas, la empresa no sufre.

4. Prepararse para “El Día Después” – aunque a los emprendedores, sobre los de la primera (y a veces los de la segunda) generación les cuesta imaginarse fuera de la empresa que ellos o ellas han forjado, ese día llegará inevitablemente. La empresa debe poder quedar a cargo de un liderazgo que respete las tradiciones y el sello de la familia fundadora y desde ahí asegure su proyección sustentable en el tiempo, incluso más allá de la eventual desaparición de sus fundadores. Al mismo tiempo, también el emprendedor o emprendedora, sobre todo si es quien fundó la empresa, debe prepararse para ceder el control y empezar a ocupar su tiempo de una manera diferente.

Como resulta evidente, cada uno de estos pasos encierra diversas complejidades y normalmente las empresas familiares – sobre todo aquellas donde no existe una sucesión natural en la descendencia – necesitan apoyo o acompañamiento en este proceso.

¿Tu empresa está en esta situación?